La carretilla roja
tanto depende
de una
carretilla de
ruedas rojas
laqueada de
llovizna
junto a las gallinas
blancas
/versión DH
The Red Wheelbarrow
so much depends
upon
a red wheel
barrow
glazed with rain
water
beside the white
chickens.
/versión DH
La carretilla roja (William Carlos Williams)
17 julio 2007
| Posted by
David Horacio Colmenares
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Poema (William Carlos Williams)
| Posted by
David Horacio Colmenares
Mientras el gato
trepaba por
encima de
la alacena
pata derecha
primero
cauteloso
bajó luego
la trasera
dentro del foso
del florero
vacío.
/versión DH
trepaba por
encima de
la alacena
pata derecha
primero
cauteloso
bajó luego
la trasera
dentro del foso
del florero
vacío.
/versión DH
Poem
As the cat
climbed over
the top of
the jamcloset
first the right
forefoot
carefully
then the hind
stepped down
into the pit of
the empty
flowerpot.
As the cat
climbed over
the top of
the jamcloset
first the right
forefoot
carefully
then the hind
stepped down
into the pit of
the empty
flowerpot.
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La acacia en flor (William Carlos Williams)
16 julio 2007
| Posted by
David Horacio Colmenares
De
entre
verde
dura
vieja
radiante
rama
rota
hágase
blanco
dulce
mayo
otra
vez
THE LOCUST TREE IN FLOWER
Among
of
green
stiff
old
bright
broken
branch
come
white
sweet
May
again
/versión DH
entre
verde
dura
vieja
radiante
rama
rota
hágase
blanco
dulce
mayo
otra
vez
* * *
THE LOCUST TREE IN FLOWER
Among
of
green
stiff
old
bright
broken
branch
come
white
sweet
May
again
/versión DH
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Eugenio Montale: Limonares
09 julio 2007
| Posted by
David Horacio Colmenares
Este poema forma parte de Montale en Inglés, una compilación realizada por Harry Thomas, (Handsel Books, 2005). Thomas es traductor de Joseph Brodsky, y editor de Poemas selectos de Thomas Hardy y Conversando con Poetas, una colección de entrevistas con Robert Pinsky, Seamus Heaney, Philip Levine, Michael Hofmann and David Ferry. Montanle en Inglés reune a 56 traductores. En algunos casos se incluyen diferentes versiones del mismo poema, lo cual nos ofrece la opotunidad de “apreciar los varios modos de traducción”. La versión del italiano al inglés de Limonares es de Lee Gerlach.
Eugenio Montale,(1896-1981).Es reconocido como uno de los poetas europeos más prominentes. Nació en Genoa, Italia. Trabajó como periodista y crítico. Recibió el premio Nobel en 1975.
Limonares
Escúchame por un momento. Los poetas reconocidos
suelen pasear entre plantas
que nadie conoce:boj, acanto
donde nada esta vivo para ser tocado.
Yo prefiero los caminos que se quiebran
entre zanjas de hierba donde un niño,
buscando en las charcas lodosas,
tal vez capture una ánguila que se retuerce.
La vereda que fluye hacia abajo
y hacia arriba y luego se sumerje entre los penachos
de las varas y llega de súbito a las hortalizas
entre los troncos de musgo
de los limonares.
Aún mejor
cuando el júbilo de pájaros pequeños
se calma devorado por el cielo
todavía más real para aquél que eschucha,
el rumor de las hojas tiernas,
en el aire quieto que no respira.
Los sentidos se llenan de un olor pleno de la tierra.
Es como la lluvia en un pecho enfermo,
dulce como el aire que llega
veloz y se desvanece.
Un milagro se calla; todas las pasiones
son puestas a un lado. Los pobres
saben de esta riqueza,
la fragancia de los árboles de limones
Descubres que las cosas
se dan en silencio y casi revelan
sus secretos más íntimos.
En alguna ocasión, alguien espera
encontrar un error de la Naturaleza,
el punto muerto de la realidad,
el eslabón perdido,
la amenaza que no podemos desentrañar
en orden de llegar a la verdad.
Miras a tu alrededor. Tu mente busca
se endereza, se cae
en el perfume y se expande
cuando el día se cansa.
Hay silencios en que cada uno mira
en cada sombra humana que se marchita
algo divino que se aleja.
La ilusión desaparece, y regresamos a tiempo
a nuestras ciudades ruidosas donde el azul
aparece sólo en fragmentos
alto muy alto entre las siluetas de las torres.
La lluvia filtra la tierra.
Tedio, el invierno quema los techos
la luz escasea y el alma se amarga.
Aún así, un día a través de una reja abierta
entre el lujo verde de un jardín,
el amarillo fuego de los limones,
el corazón se derrite
y canciones de oro penetran en el pecho
desde las trompetas altas del sol.
* * *
The Lemon Trees
Hear me a moment. Laureate poets
seem to wander among plants
no one knows: boxwood, acanthus,
where nothing is alive to touch.
I prefer small streets that falter
into grassy ditches where a boy,
searching in the sinking puddles,
might capture a struggling eel.
The little path that winds down
along the slope plunges through cane-tufts
and opens suddenly into the orchard
among the moss-green trunks
of the lemon trees.
Perhaps it is better
if the jubilee of small birds
dies down, swallowed in the shy,
yet more real to one who listens,
the murmur of tender leaves
in a breathless, unmoving air.
The senses are graced with an odor
filled with the earth.
It is like rain in a troubled breast,
sweet as an air that arrives
too suddenly and vanishes.
A miracle is hushed; all passions
are swept aside. Even the poor
know that richness,
the fragrance of the lemon trees.
You realize that in silences
things yield and almost betray
their ultimate secrets.
At times, one half expects
to discover an error in Nature,
the still point of reality,
the missing link that will no hold,
the thread we cannot untangle
in order to get at the truth.
You look around. Your mind seeks,
makes harmonies, falls apart
in the perfume, expands
when the day wearies away.
There are silences in which one watches
in every fading human shadow
something divine let go.
The illusion wanes, and in time we return
our noisy cities where the blue
appears only in fragments
high up among the towering shapes.
The rain leaching the earth.
Tedious, winter burdens the roofs,
and light is miser, the soul bitter.
Yet, one day through an open gate,
among the green luxuriance of yard,
the yellow lemons fire
and the heart melts
and golden songs pour
into the breast
from the raised cornets of the sun.
/versión de Moisés Villavicencio
Eugenio Montale,(1896-1981).Es reconocido como uno de los poetas europeos más prominentes. Nació en Genoa, Italia. Trabajó como periodista y crítico. Recibió el premio Nobel en 1975.
Limonares
Escúchame por un momento. Los poetas reconocidos
suelen pasear entre plantas
que nadie conoce:boj, acanto
donde nada esta vivo para ser tocado.
Yo prefiero los caminos que se quiebran
entre zanjas de hierba donde un niño,
buscando en las charcas lodosas,
tal vez capture una ánguila que se retuerce.
La vereda que fluye hacia abajo
y hacia arriba y luego se sumerje entre los penachos
de las varas y llega de súbito a las hortalizas
entre los troncos de musgo
de los limonares.
Aún mejor
cuando el júbilo de pájaros pequeños
se calma devorado por el cielo
todavía más real para aquél que eschucha,
el rumor de las hojas tiernas,
en el aire quieto que no respira.
Los sentidos se llenan de un olor pleno de la tierra.
Es como la lluvia en un pecho enfermo,
dulce como el aire que llega
veloz y se desvanece.
Un milagro se calla; todas las pasiones
son puestas a un lado. Los pobres
saben de esta riqueza,
la fragancia de los árboles de limones
Descubres que las cosas
se dan en silencio y casi revelan
sus secretos más íntimos.
En alguna ocasión, alguien espera
encontrar un error de la Naturaleza,
el punto muerto de la realidad,
el eslabón perdido,
la amenaza que no podemos desentrañar
en orden de llegar a la verdad.
Miras a tu alrededor. Tu mente busca
se endereza, se cae
en el perfume y se expande
cuando el día se cansa.
Hay silencios en que cada uno mira
en cada sombra humana que se marchita
algo divino que se aleja.
La ilusión desaparece, y regresamos a tiempo
a nuestras ciudades ruidosas donde el azul
aparece sólo en fragmentos
alto muy alto entre las siluetas de las torres.
La lluvia filtra la tierra.
Tedio, el invierno quema los techos
la luz escasea y el alma se amarga.
Aún así, un día a través de una reja abierta
entre el lujo verde de un jardín,
el amarillo fuego de los limones,
el corazón se derrite
y canciones de oro penetran en el pecho
desde las trompetas altas del sol.
* * *
The Lemon Trees
Hear me a moment. Laureate poets
seem to wander among plants
no one knows: boxwood, acanthus,
where nothing is alive to touch.
I prefer small streets that falter
into grassy ditches where a boy,
searching in the sinking puddles,
might capture a struggling eel.
The little path that winds down
along the slope plunges through cane-tufts
and opens suddenly into the orchard
among the moss-green trunks
of the lemon trees.
Perhaps it is better
if the jubilee of small birds
dies down, swallowed in the shy,
yet more real to one who listens,
the murmur of tender leaves
in a breathless, unmoving air.
The senses are graced with an odor
filled with the earth.
It is like rain in a troubled breast,
sweet as an air that arrives
too suddenly and vanishes.
A miracle is hushed; all passions
are swept aside. Even the poor
know that richness,
the fragrance of the lemon trees.
You realize that in silences
things yield and almost betray
their ultimate secrets.
At times, one half expects
to discover an error in Nature,
the still point of reality,
the missing link that will no hold,
the thread we cannot untangle
in order to get at the truth.
You look around. Your mind seeks,
makes harmonies, falls apart
in the perfume, expands
when the day wearies away.
There are silences in which one watches
in every fading human shadow
something divine let go.
The illusion wanes, and in time we return
our noisy cities where the blue
appears only in fragments
high up among the towering shapes.
The rain leaching the earth.
Tedious, winter burdens the roofs,
and light is miser, the soul bitter.
Yet, one day through an open gate,
among the green luxuriance of yard,
the yellow lemons fire
and the heart melts
and golden songs pour
into the breast
from the raised cornets of the sun.
/versión de Moisés Villavicencio
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